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Réquiem a Sang Chun Lee*
La leyenda dirá que fue el mejor del mundo; que era un mujeriego y un apostador; que se perdía en las rinconadas de Manizales con exuberantes lugareñas apenas ganaba el torneo de la Feria.
Como leves chismes llegaban a Colombia las noticias sobre la vida de billarista de Sang Chun Lee.
Pero nadie supo con certeza qué sucedía con él. Muchos aficionados al billar a tres bandas propalaban rumores que advertían la bancarrota del maestro coreano nacionalizado estadounidense. Que había entregado su salón de billares Carom Cafe a su entrañable amigo Michael Kahn para pagarle un dinero prestado y a la postre desperdiciado en apuestas millonarias, y que, como una medida desesperada, se había internado semanas completas en los casinos de Atlantic City y Las Vegas para intentar recuperar algo y en ese esfuerzo lo había perdido todo.
Aparte de sus múltiples títulos como deportista de alta competencia el obituario de Sang Lee dirá que fue el responsable del resurgimiento del billar a tres bandas en los Estados Unidos en los últimos veinte años, pues luego de la muerte del legendario neoyorquino Willie Hoppe, la difícil disciplina de las tres bandas tuvo esporádicos buenos jugadores como George Ashby, Eddie Robbin (autor del más célebre libro en América para billaristas avanzados, Position Play), Robert Byrne y Carlos Hallon, pero nunca un verdadero maestro.
Cuando Sang Lee llegó a Nueva York su sueño era “hacer un hermoso salón de billares de tres bandas en América”. Poco tiempo después abrió el SL Billiards con siete mesas Verhoeven (los Mercedes Benz de las mesas de billar) donde cada año realizaba torneos con incitantes premios en miles de dólares, que permitieron admirar la maestría de los campeones mundiales. El SL Billiards fue testigo del mejor momento de Torbjorn Blomdahl y Dick Jaspers y del surgimiento casi a la par de Semith Sayginer y Frederic Caudron, pero sólo sería su dueño, Sang Chun Lee, el encargado de deslumbrar con su juego a los reducidos e incautos aficionados neoyorquinos.
Las jugadas de Sang Lee fluctuaban entre las más simples y seguras hasta las más virtuosas y arriesgadas. Pero el principal atractivo para sus hinchas, y a la larga, su mejor arma sobre la mesa, era la cadencia y balanceo de su golpe. Además, poseía un sobrado conocimiento de los sistemas de puntuación en la mesa para la resolución de carambolas, aunque él tacaba prácticamente sin usarlos, pues tenía una memoria fotográfica para identificar y descifrar las posiciones.
En la década de los noventa Sang Lee jugó su mejor billar. Superó el record de Willie Hoppe al triunfar doce veces consecutivas en el campeonato nacional de los Estados Unidos, y al imponerse como campeón del mundo de la Asociación Mundial de Billar en 1993. Su mayor serie oficial fue 21 carambolas y su record personal (registrado en un torneo local de Nueva York) fue 50 carambolas en cuatro entradas (19, 11, 9, 11). Sin embargo, las cifras nunca revelaron el verdadero carácter del billar de Sang Lee. Más bien, sus hinchas vieron ese carácter cuando ganaba partidas que estaban a punto de perderse. En Colombia, particularmente, recordamos la eliminación que sacó de los cuartos de final al maestro Jaime Bedoya en el Campeonato Mundial del año 2000 en Bogotá, cuando al paisa le faltaban 3 carambolas para ganar y 14 a Sang Lee. El coreano-norteamericano las hizo en serie y clasificó a los cuartos de final.
Después de vender SL Billiards armó el billar más importante del continente americano, el Carom Cafe. Un espacioso lugar ubicado en el corazón de Flushing, NY. que hoy ofrece 10 mesas Verhoeven de tres bandas, 22 mesas de pool entre Brunswick y Cosmos, 3 mesas de Snooker marca Wilhelmina y 10 de carambola libre también marca Cosmos. Pero lo más importante es que sirve de sede para las oficinas de la Asociación de Billar de los Estados Unidos (USBA) y del Carom Corner Tournament Group, un núcleo de socios que fomenta la realización de torneos de billar de carambola en Estados Unidos y del que Sang Lee fue fundador y presidente. El website del Carom Cafe está dedicado a la memoria de Sang Lee y todavía anuncia “clases de billar a tres bandas los martes a las 4 de la tarde dictadas por el campeón del mundo Sang Lee. Los estudiantes sólo pagan el tiempo de la mesa”.
El maestro murió el 19 de octubre de 2004, después de luchar contra un cáncer de estómago diagnosticado pocos meses antes. Para la historia del billar quedarán sus títulos y las sobradas estadísticas, pero para nosotros, sus hinchas, quedará su gusto por los tacos Adam Custom de punteras relucientes, para no usar guante, las suelas Moori, el poker, los bolos, las películas de ninjas, la comida coreana y su admiración por Raymond Ceulemans. Le sobreviven su esposa Kyung y su hija Olivia, quien juega a las tres bandas en la liga junior de la USBA.
La leyenda dirá que fue el mejor del mundo; que era un mujeriego y un apostador; que se perdía en las rinconadas de Manizales con exuberantes lugareñas, apenas ganaba el torneo de la Feria; que alguna vez retó públicamente a cualquier billarista colombiano por 100 mil dólares y con handycap de medio partido (100 a 50) y que nadie se atrevió a recoger su desafío. La leyenda también recordará que Sang Chun Lee fue genio y figura hasta la sepultura.
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Sang Lee Jugando en la Escuela de Billar Manizales 1
Sang Lee jugando en la Escuela de Billar Manizales 2
Sang Lee jugando en la Escuela de Billar Manizales 3
Sang Lee jugando en la Escuela de Billar Manizales 4
Orlando Bastidas Restrepo






